lunes, 17 de marzo de 2008

Mi vida en la cuerda floja

Es tan incierta la situación ahora que me siento cayendo por un abismo, algo así como Alicia cuando entraba al País de las Maravillas, sin saber a que aterneme y sin saber qué va a detener mi caida. Y como es tan larga, al igual que la de Alicia, trato de acomodar ciertas rutinas para ayudarme a contrarestar la sorpresa que depara la aventura. Desde que Alfredo salió de Prolam, nada he tomado por sentado. Hace cuatro meses que ando jugando a la gallinita ciega cada día, rezando cada vez que puedo, arrugándome desde las entrañas, con una angustia que no me da tregua ni pausa. Cierto es, y agradezco al Buen Señor por ello, que no nos asolan tragedias irremediables. Pero por Dios que es dificil asumir mi día a día sin la seguridad de un sueldo que vaya a afrontar tu realidad: los niños, el colegio, los doctores, los seguros, la casa, la comida, etc. Hoy veo con resignación como va mermando la plata de la cuenta bancaria, al mismo tiempo que poco queda de la comida para perros. Y se va acabando la gasolina del estanque y asi sucesivamente. En fin, papelito virtual, aguanta mi penita. Alfredo comenzaba hoy en McCann, pero no se le escuchaba muy entusiasmado. Y todavia no llega. Mi estómago está pegado a la espalda y aqui estoy, desahogando mi angustia, que es la misma que vengo sintiendo hace medio año. Voy a seguir rezando y seguir ofreciendo este sentimiento. ¿Qué más me queda? Además, no es tan grave y hay cosas peores.