viernes, 30 de enero de 2009

Antes que termine enero, vamos Maria Elisa, vamos, alimenta el blog...

En fin, cuando se ha ido el primer mes del año, después de unas extrañas vacaciones, de esas que comparten encanto y pena, alegría y relajo con tensión e intolerancia, ya estoy de vuelta en Santiago. Pienso que es viernes, día del aperitivo. No hay nada. ¿Qué hacemos? Definitivamente mi pega de ama de casa no me gusta tanto. Eso de estar pensando en el menú de todos los días no me vuelve loca. A lo mejor es un sentimiento común entre muchas mamás de mi generación. Uno, porque hemos estudiado y trabajado y sabemos que funcionamos en otras áreas y dos, porque nunca he tenido la costumbre de cocinar. Ciertamente, si a mi mamá le hubiera gustado, nos habría transmitido esa locura por gustar, oler, picar, mezclar, cocer, amasar, hornear, servir. Me acuerdo que mi bella amiga Veris goza con la comida. Se antoja de cosas deliciosas, parte a comprarlas, las prepara, es feliz cocinando. Claro, no lo hace todos los días. Para los fines de semana solamente. Y yo, a ver, ¿de qué me antojo hoy? Quesadillas, creo que no. Tacos, tampoco. Paté... puede ser. Panes y quesos. Puede ser. Enfilo al supermercado.